miércoles, 28 de mayo de 2014

Foco y claridad

Para realizar nuestros sueños, movernos en el mundo, podemos empezar con muchas ideas, con muchos planes, algunos realizables en el corto plazo otros en el largo y otros son simplemente sueños. El iniciar y trabajar en estos sueños y metas, exigen de nosotros  claridad y enfoque.
¿Qué ocurre cuando no tenemos claridad?  Sin claridad no se puede avanzar,  los  intentos de cambio fallan, damos  vueltas  en círculos, das unos  pasos, pero con facilidad pierdes el entusiasmo  y te das por vencido.   Todos siempre podemos salir del estado donde estamos, un espacio donde el miedo y la incertidumbre nos dominan.  Con foco   nos podemos mover hacia delante , de hecho, la claridad hace que el siguiente paso obvio y fácil, la claridad te da la confianza para hacer lo que hay que hacer y a mas fuerte sea la claridad, menos poder tiene el miedo en ti.

El   foco es un proceso, y se requiere a cada paso, no llega de la nada, requiere de mantener despierta la curiosidad, preguntarse y pensar en lo que nos trae satisfacción,.

La claridad no llega de un  plan de 10 pasos hacia el éxito y ya la tengo y punto, como si fuéramos seres estáticos,  con formula y recetas mágicas, se trata de cómo nos vinculamos con nuestro aquí y ahora. El futuro nace del presente, por lo que es  hacia el presente  donde tenemos que detenernos y mirar primero. Por supuesto, es bueno tener sueños y planificar el futuro, pero si podemos centrarnos en el momento presente, un poco más cada día, entonces, como regla general, el futuro se cuidará de sí mismo.

Si tu vida  y tu mente está colmada de ruido y por eso no sabes como trabajar en tu vida y tus proyectos,  sientes que solo piensas y no actúas, puedes comenzar  con la practica de atención basada en Mindfulness (atención Plena), por dedicar   tres (3) minutos de paz al día; con una práctica sencilla de concentración en tu hogar, oficina, en el momento que desees, particularmente lo hago al despertar y antes de dormir,  y  consiste en llevar la  atención  hacia la  respiración donde sea que la sientas (por ejemplo, en el pecho, el abdomen o la nariz);   observar la inhalación y la exhalación. Una vez que elijas tu punto de concentración, trae tu atención a ese lugar una y otra vez, amablemente, por algunos minutos, sin preocuparte porque surjan distracciones y pensamientos. Simplemente regresa a tu foco una y otra vez.
Esta sencilla práctica, utilizándola día a día, pacientemente fortalece y conserva la  calma mental que todos deseamos y nos  ayuda a  cultivar un  mente concentrada, flexible y clara, que necesitamos para cuidar de nosotros. 
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Miriam Guzmán Martínez

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