Para realizar nuestros
sueños, movernos en el mundo, podemos empezar con muchas ideas, con muchos
planes, algunos realizables en el corto plazo otros en el largo y otros son
simplemente sueños. El iniciar y trabajar en estos sueños y metas, exigen de
nosotros  claridad y enfoque.
¿Qué ocurre cuando no
tenemos claridad?  Sin claridad no se
puede avanzar,  los  intentos de cambio fallan, damos  vueltas  en círculos, das unos  pasos, pero con facilidad pierdes el
entusiasmo  y te das por vencido.   Todos siempre
podemos salir del estado donde estamos, un espacio donde el miedo y la
incertidumbre nos dominan.  Con foco   nos
podemos mover hacia delante , de hecho, la claridad hace que el siguiente paso
obvio y fácil, la claridad te da la confianza para hacer lo que hay que hacer y
a mas fuerte sea la claridad, menos poder tiene el miedo en ti.
El   foco
es un proceso, y se requiere a cada paso, no llega de la nada, requiere de
mantener despierta la curiosidad, preguntarse y pensar en lo que nos trae
satisfacción,.
La claridad no llega de
un  plan de 10 pasos hacia el éxito y ya
la tengo y punto, como si fuéramos seres estáticos,  con formula y recetas mágicas, se trata de
cómo nos vinculamos con nuestro aquí y ahora. El futuro nace del presente,
por lo que es  hacia el presente  donde tenemos que detenernos y mirar primero.
Por supuesto, es bueno tener sueños y planificar el futuro, pero si podemos
centrarnos en el momento presente, un poco más cada día, entonces, como regla
general, el futuro se cuidará de sí mismo.
Si tu vida  y tu mente está colmada de ruido y por eso no sabes
como trabajar en tu vida y tus proyectos,  sientes que solo piensas y no actúas, puedes
comenzar  con la practica de atención basada en Mindfulness (atención Plena), por dedicar   tres
(3) minutos de paz al día; con una práctica sencilla de concentración en tu
hogar, oficina, en el momento que desees, particularmente lo hago al despertar
y antes de dormir,  y  consiste en
llevar la  atención  hacia la  respiración donde sea que la sientas (por
ejemplo, en el pecho, el abdomen o la nariz);   observar la
inhalación y la exhalación. Una vez que elijas tu punto de concentración, trae
tu atención a ese lugar una y otra vez, amablemente, por algunos minutos, sin
preocuparte porque surjan distracciones y pensamientos. Simplemente regresa a
tu foco una y otra vez. 
Esta sencilla práctica,
utilizándola día a día, pacientemente fortalece y conserva la  calma mental
que todos deseamos y nos  ayuda a  cultivar un  mente concentrada, flexible y
clara, que necesitamos para cuidar de nosotros. 
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Miriam Guzmán Martínez








